Sunday, March 2, 2008

La soledad del corredor de fondo

Jim esta a solo unos meses de cumplir 30, es profesional, tiene un puesto envidiable, un gran salario, un apartamento en el centro, y una gran soledad.

Fue solo a los 16 que comenzo a entender que era gay. A los 7 perdio al padre, a los 11 al hermano mayor. A los 13 sintio la tortura de un acne desenfrenado que le convirtio en el objeto de las burlas y el desprecio de los otros. Tambien le convirtio en el objeto de su desprecio hacia si mismo. Eso y el ser afeminado. No pertenecia a ningun grupo en la High School. Solo le sostenia su talento y su capacidad para obtener excelentes resultados academicos. En la High School "all the lights went out", me dice.

Las perdidas: De identidad, del padre, del hermano, de la imagen fisica. Finalmente, perdio la relacion cercana con la madre. La presencia de un padrastro mandon y abusivo trajo conflicto a la familia. El conflicto, peleas. Las peleas, distancia. La distancia, soledad. La soledad, depresion. La depresion, desesperanza.

Con la universidad llego la libertad de expresion sexual. Ya no estaba en el ambiente pueblerino y conservador en que habia vivido toda su infancia y adolescencia. Habia gente de todos lados y era incluso "cool" ser gay. Era popular, tenia muchos amigos. Conocio el sexo por primera vez. "Those were my good old years", recuerda.

Nunca ha tenido pareja estable. Nunca se ha enamorado. A diferencia del "85% de los otros gays", me dice, el no ha practicado nunca el sexo desenfrenado, ha sido mas bien conservador, no le atrae el "meaningless sex" y solo ha deseado conocer a ese alguien especial. Recientemente, conocia a Richard, con quien tuvo una relacion de tipo casual por espacio de 3 meses. La quimica era perfecta, la conversacion exquisita, cada encuentro memorable. Lastima, dice, que Richard es bisexual y solo estaba con el "for the fun of it". Conversaron, pararon de verse. Se deprimio por todo un mes. Entonces ha venido a verme.

Este hombre inteligente, tan capaz socialmente y tan eficiente en su profesion, lucha constantemente por evitar mi mirada, busca amaparo en cada esquina de la habitacion, en cada esquina del sofa en el que esta sentado. Ha visto a 3 terapeutas anteriores a mi. Abandono el tratamiento luego de unas pocas sesiones, sobre todo cuando los terapeutas le confrontaban con lo que decia, con lo que decia y hacia, y cuando lo llevaban a enfrentar la falta de sentido en su vida. Asiento, entiendo. Mientras conversamos, mantengo mi alerta sobre el como mi voz, mi mirada, mi tono se van acomodando de forma tal que Jim no se sienta amenazado. Mis preguntas son cuidadosas, siempre abiertas, no afirmo nada ni soy tajante. Soy Yin con Jim. Mi adaptacion es automatica y tiene una implicacion: Es mi respuesta a la fragilidad de Jim.

"Soy mi mayor saboteador, me dice. Cuando veo a un hombre atractivo, me pongo distante, manifiesto desinteres, lo ignoro. Mientras mas me gusta, mas lo ignoro. Si salgo con alguien y hay atraccion, hago lo posible por que no me llame mas. Temo a ser herido, por un lado. Por el otro, se que si llegasemos a algo, yo seria insufrible, seria celoso, inseguro, demandante, posesivo...Un desastre."

Lo se, Jim. Lo se. Es la proteccion narcisista contra la intimidad. Pero es tambien una de las historias mas tristes y dificiles que me llegan a consulta. Es la historia de la soledad en los hombres gay, las quejas contra su grupo de pertenencia donde, al decir de Jim, alcanzas el maximo esplendor a los 25, luego vas perdiendo brillo para el deseo de los otros. Mucho deseo y pocas posibilidades de relacion estable. Una soledad que se hace tanto mas critica y desesperada en la medida en que envejecen. Una soledad que tiene uno de sus puntos algidos a los 40. Entiendo en parte a Richard, racionaliza Jim, quiere tener una vida straight para evitarse todo esto que me pasa a mi.

5 comments:

Anonymous said...

Muy interesante el caso. Al leerlo pensé que quiza seria pertinente ubicarte espacialmente de una manera que no tengas que necsariamente mirarlo. No sé, una distribucion de las sillas; o incluso no se si el divan podria ser bueno en un caso asi donde sostener la mirada del otro es tan dificil para el sujeto. Al estar acostado en el divan esta dimension de hablar mirando a la persona con quien hablamos estaria ausente. Aqui mandarlo al divan seria una estrategia mas que una decision que marca una entrada en analisis o cosa por el estilo. Que crees?
betty

parejanoverbal said...

Por el momento creo que no hace falta una tactica de ese tipo. Hay dificultad con la mirada, pero no llega al punto de tner que hacer algo al respecto. De hecho, va cediendo, va mirandome cada vez mas. Yo tampoco inisisto con mi mirar, no hay fuerza en ese sentido.

lola said...

que historia tan triste.

parejanoverbal said...

Si Lola, tristisima. Y muy comun entre los hombres gay.

Laura Gonzalez said...

Triste y dificil... No se... Solo se me pasa por la cabeza desearos lo mejor...