Remake
Zulema era como tú, el mismo lunar, los mismos ojos. Mima la cuidaba por ochenta pesos mensuales. Jugábamos escondidos, muy temprano mis dedos supieron la diferencia entre niño y niña y se me impregnó en los labios aquel olor a nuez moscada. Yo tenía ocho años, Zulema cumpliría sus nueve, cinco años después. Sus manitas de muñeca ceñían con entusiasmo mis erecciones de cachorro vigoroso; yo vi asomarse la sombra de su vellosidad. A horcajadas en mis piernas, la fruta caliente, la blusa escolar se abría para que yo besara su pechito rosado, tierno. Zulema, toda su vida en mis brazos. “Total viejo, se criaron juntos ¿Quién va a quererla más que él?” ¡Cuánta razón tenía mi suegra! “Con tal que no deje los estudios” y no quedamos mal con el viejo, ambos somos médicos, de nuestro amor has nacido tú que ya tienes cuatro añitos, el mismo lunar, los mismos ojos. Mañana será tu primer día en casa de Caridad, doscientos pesos al mes, pero solo hasta que empieces en la escuela. Zulema está contenta de volver al trabajo, yo, no tanto… Caridad tiene un nieto de ocho años…
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