Saturday, April 28, 2007

Cuento de Haydee Sardiñas, Ganadora del Primer Premio del concurso Luis Rogelio Nogueras 2006

Título: O

Lema: No tengo nada.

A veces pienso que debería escribir sobre O, aunque sólo sea para dejar constancia.

Cuando lo conocí, O estaba terriblemente hermoso pero también terriblemente quieto en uno de los sillones del pasillo oeste mirando la puesta de sol, o cualquier otra cosa, y yo caminaba con el director del hospital que había decidido ofrecerme un recorrido por las instalaciones antes de que me instalara, o tal vez para convencerme de que me instalara; es un poco confuso.

Yo no estaba segura. Un lugar habitado por fantasmas y ratas de laboratorio no es lo más acogedor del mundo. Sin embargo, aquella exhibición de criaturas de porcelana en los sillones estrambóticos y las camitas incómodas que inundaban el pasillo oeste acabó por decidirme. Primero estaba O, hermoso y estático como un cuadro, después Wendy, una criatura de increíbles ojos color azul cobalto; luego Blancanieves, no hay necesidad de describirla, era exactamente asi; todo un espectáculo.

Me sentí ligeramente en el Olimpo. Ni siquiera los bip bip lograron asustarme. Escucho el bip bip de las 3 y cuarto, y corro a inmunizar los fetos en los tubos de ensayo. Habrá otro bib bip a las 3 y 30, otro a las 3 y 45, y así sucesivamente cada 15 minutos, 24 horas al día. Los bip bip no son nada monótonos. Son más bien torturantes y arrebatadores. Igual que O.

A veces conversamos en los 15 minutos del almuerzo. Hoy Janet me dice que el sexo aquí es un desastre, imposible masturbarse en solo 15 minutos. Pero tiene sueños eróticos. Quiere contármelos. Tampoco puede terminar antes del bip bip, y me quedo con una curiosidad cansada e irritante.

Harold se quejó de que las criaturas apenas si nos hablan aunque los cuidamos como a obras de arte. Por dentro y por fuera. Crema, fisioterapia, antibióticos, vitaminas, masajes, suplementos, antiácidos, terapia musical (no es que haya quedado mucha música, pero algo encontramos) y una dieta rica en pescado azul (hay pescado azul). Ayer Blancanieves (se llama Verónica) se negó a comer pescado y tuvimos que alimentarla por vía intravenosa. Está muy débil.

Esta mañana la maquina avisó que es domingo, día de pago. Janet fue la primera en llegar y teclear su código. La maquina computó bip bip contra bip bip, por bip bip, menos bip bip y salió la suma exacta. Creemos que es exacta. Resulta imposible llevar la cuenta. Habría que ser un genio y esos se extinguieron como casi todo. Janet no estuvo de acuerdo con el resultado y empezó a patear la maquina. Hubo que aguantarla. Nos pasa cada cierto tiempo.

La belleza debe ser agotadora, pienso. Ellos yacen, existen como las flores (ya no hay flores) y nosotros revoloteamos como las abejas (tampoco hay abejas), alimentándolos como a bebés, extrayendo sus óvulos y espermatozoides, para intentar obtener hermosas porcelanas in vitro, y recuperar lo que fue la raza humana. Las hembras ovulan regularmente, varias veces al mes, con ayuda de hormonas que empiezan a afectar su salud. Wendy se ha convertido en masa donde solo relucen sus ojos increíbles y la princesa de las nieves, Segurochka, parece a punto de derretirse.

El único hombre con que contamos es O. Los espermatozoides se extraen por el método de siempre, estimulación de los genitales, pero su debilidad apenas le permite una erección. Su órgano erecto mide 7 pulgadas y requiere una cantidad de sangre considerable. Debemos transfundirlo antes de intentar la masturbación. O es O negativo. Por eso le decimos O. Yo también soy O negativo, por eso el director se había esforzado en convencerme de que me quedara, incluso estando seguro de que yo no tenía nada más que hacer. Como mi función es generar sangre y plasma para O, me alimento casi tan bien como ellos y uso sueros de glucosa. Tengo una aguja fija en la parte superior de lo que debería ser mi mano derecha. Pronto tendré que cambiarla para la izquierda o para un muslo. Mis venas se han vuelto complicadas.

A nadie le agrada ocuparse de O porque él está ahí con esa mirada fría y tan bello que asusta. Yo digo que tampoco me gusta pero me lo llevo a pasear por los caminos de árboles calcinados, donde empiezan a retoñar algunas ramitas de color violáceo.

Cuando estamos solos le cuento historia falsas, le hablo de la muñeca negra y Blancanieves, historias de animales, me pongo unos guantes suaves de piel de conejo, y acaricio a O que mantiene los ojos cerrados. Mi voz es dulce, mi voz es tan bella como sería la de Wendy si tuviera fuerzas para hablar y él se deja convencer por mi engaño. No sé como imagina las mujeres que describo, cada día invento una, hasta que él eyacula en la probeta de muestreo.

Ayer O me dijo que quería tocarme. Luego recibí un bip bip fuera de tiempo del director del hospital. Encontraron otra O negativo, me dice. Deberíamos alternarnos. Le preocupa mi salud.

A la hora del almuerzo todos se alegran de que yo pueda encargarme de otra cosa y dejar de ser una donante permanente. Es una ocupación destructiva, dicen.

Hoy dejé que O me tocara y lo besé en la boca. No se si le gustó. El mantuvo los ojos cerrados y yo recibí 7 pulgadas y la probabilidad de millones de porcelanas probetas desperdiciados en mi vientre maltrecho. Luego me masturbé 3 veces seguidas y no hice caso de los bip bip. El director se puso furioso. Tendré que irme.

Salí al camino de las hierbecitas violáceas y tuve una sensación de angustia en el pecho. Quiero regresar y pedir disculpas, pero sé que dejarse tocar por las criaturas es algo imperdonable. Espero que O sobreviva y engendre, y que pronto haya otra vez seres con dos brazos, dos piernas y sin estas escamas tan molestas en la piel. Bueno… hay otras clínicas. No sé si habrá otro O.

Quizás pueda hacer algo diferente. Si estuviera completa podría estar junto a O en un sillón de contención o ir a las plantaciones. De todas formas, repoblar es lo primero.

Siempre queda la opción de donar órganos... Aún tengo mis dos riñones... Debe haber otro O. Sí. Seguramente.

2 comments:

Anonymous said...

Hola:gracias, otro lugar donde esconderme a leer

Carolina Amigo said...

Quedamos
con cierto sabor.